Antes de que el dios Milantres se convirtiera en las tierras del mundo, invocó a la luz del sol sobre él y combinó su poder con el suyo. Luego, lo lanzó hacia Cassandra, quien le había servido con sabiduría. Mientras el poder se fusionaba con ella, Cassandra comprendió la responsabilidad de su función, ser la Stellaris elísea y usar el poder del sol como luz guía. Su objetivo: guiar a las personas de las tierras con sus creencias y proporcionar un camino claro en la oscuridad que se aproxima.
Nadie sabía que el mundo tenía dos lunas y, con ellas, dos diosas de la luna. La elísea Marama se formó para siempre obedecer el ciclo lunar, pero estaba extrañamente atada a dos poderes muy distintos. El vínculo hacía que su estado de ánimo cambiara según las lunas crecían y menguaban. Muchos elíseos piensan que es imposible hablar con ella, ya que su opinión puede cambiar dependiendo del día. Pero en el fondo es una elísea que controla su naturaleza caótica al actuar como una señal de tranquilidad en el conflicto que se aproxima.
Cuando las razas más jóvenes llegaron al mundo, buscaron ayuda entre ellos y tuvieron hijos. Sus poblaciones crecieron en tamaño y fuerza; sin embargo, nadie moría. Con la preocupación de que con el tiempo infestarían el mundo, Belladona rezó y les pidió a las estrellas que la guiaran. Sin saber, Kattay, el único dios que quedaba, escuchó sus plegarias y le otorgó el poder sobre la vida. Le dijo a Belladona que era Mortalis elísea y le dio el poder del envejecimiento y la muerte para restaurar el orden natural de las cosas.
Samara fue creada por el dios Milantres, pero rechazaba cualquier poder que él tratara de darle. Era ignorada por sus pares elíseos, pero su padre le dijo que siempre tendría un destino. Atraída por la misma chispa que llamó a Cénit, su poder para absorber la estela de su destrucción y llenarse con esa energía liberó la fuerza que yace en lo profundo de su alma. Ahora, es uno de los elíseos más poderosos, pero aun así se mantiene alejada de ellos, preparada para lanzar la ruina sobre sus enemigos.
Muchos dicen que Dumont viene de una era más joven. Un caballero valiente que luchó en la última guerra y fue llevado al pasado para derrotar al mal, y cuyo espíritu se formó en uno de los elíseos. Sea cual sea el caso, parece que Dumont sabe lo que se aproxima y sabe cómo defenderse contra ello, lo cual lo convierte en la Égida elísea. Alguien que lucha por sus creencias, listo para hacer retroceder a la oscuridad y aconsejar a otros sobre sus debilidades, incluso a sus compañeros elíseos.
Cuando las especies más jóvenes se levantaron de la tierra y el mar, uno de los elíseos deseó mostrarles el camino para volverse heroicos, valientes y audaces y así asegurarse de que fueran honrados por sus pares. Como Dorien enseñó este camino, el espíritu de cada héroe que murió con valentía lo tocó e hizo crecer su potencia y fuerza, lo cual hizo que lo llamaran Valoris elíseo. A medida que la guerra se avecina, sabe que esa valentía guiará el camino de las fuerzas de la luz contra las que provienen de la oscuridad.